(Moisés S. Palmero Aranda: Educador ambiental) Cada 24 de agosto se celebra en Argentina el Día del Lector en honor al nacimiento de Jorge Luis Borges. Efeméride que aquí pasa desapercibida porque estamos en verano, y las librerías y bibliotecas se visitan menos, aunque, paradójicamente, sea la época en la que más leemos porque disfrutamos de tiempo libre.
Explicando qué es enseñar, dejó una frase que me sirve para encabezar esta opinión. “Lo importante es revelar belleza, y solo se puede revelar belleza que uno ha sentido. Mejor que conocer una cosa, es amarla”.
La saco a colación a raíz de un ridículo artículo en una web de viajes, y replicado por algunos periódicos, en la que publican un mapa de los pueblos más feos de cada provincia. En Almería, seleccionan El Ejido, algo que ha herido mi orgullo y el de algunos de mis vecinos. Lo inteligente sería ignorarlo, pero ante la simpleza, la vulgaridad, y la tristeza de comprobar que en la era de la información, es cuando más desinformados estamos, he preferido señalarlo.
Este tipo de artículos se pagan a 4,5 euros, así que no se les puede dedicar mucho tiempo, porque prima la cantidad a la calidad, a la verdad e información. El objetivo es conseguir tráfico y clics, por eso hay que prestarle la justa atención, ninguna, sobre todo, si el autor se esconde tras la inteligencia artificial y opiniones de viajeros en las redes. Como si hubiese leído alguna.
Si al menos fuese su opinión personal, aunque fuese malintencionada y poco argumentada, podríamos valorarla, aun sabiendo, como decía Harry el sucio, que las opiniones son como los culos, todos tenemos una. Pero el autor, embargado por la vergüenza de lo que estaba escribiendo, se justifica con eso de que la belleza es relativa, que las opiniones están basadas en experiencias personales subjetivas, y le pide al lector que no se ofenda si su pueblo aparece en la lista, que todo depende del cristal con el que se mira.
La elección es por la visión de los invernaderos y construcciones modernas, vete tú a saber a qué se refiere, debido al rápido y desordenado crecimiento urbano. Con esos criterios, son muchos los pueblos de la provincia que podrían haber aparecido en esa posición, porque ese paisaje se repite una y otra vez por Almería. Reconozco que no es el paisaje más bonito del mundo, pero debemos sentirnos muy orgullosos por todo lo que representa.
Lo más triste de este texto, es comprobar los comentarios de mis convecinos. No me preocupa lo que pueda opinar la inteligencia artificial, sino lo que piensan los propios vecinos del municipio, porque demuestran que no saben la belleza que esconde el lugar donde viven. Ahí es donde deberíamos prestar nuestra atención, en cambiar las opiniones de los que viven en nuestra tierra, porque cuando la conozcan, comenzarán a amarla y esas opiniones son las que irán permeando en las redes, donde buscará el robot la próxima vez que un creador de contenido le pregunte estas chorradas.
Como los monstruos que se alimentan de nuestro miedo y terminan por devorarnos, la inteligencia artificial vive de nuestras fotos, opiniones y comentarios. Aprendamos a mirar nuestro pueblo, a encontrar la belleza de sus 27 km de costa bañados por el Mediterráneo, de sus inigualables fondos marinos, de las únicas playas vírgenes de toda la provincia, de los cuatro bosques que nos rodean, de las innumerables aves que viven y migran a nuestro alrededor, en los intensos azules que brillan en nuestros cielos, en los atardeceres desde los Alcores de Punta Entinas, en los cielos estrellados desde el Castillo de Guardias Viejas, en la majestuosa Sierra de Gádor que nos protege desde tiempos inmemoriales, en las múltiples civilizaciones que se instalaron aquí desde hace cinco mil años, en los colores, sabores y olores que emanan de los productos que cultivamos bajo esos plásticos, que conforman la base de nuestra gastronomía y enriquecen los pescados y carnes de nuestra comarca.
Si conseguimos revelar la belleza del paraíso en el que vivimos, todos aquellos que nos visiten obviarán la impresión de lo superficial, de lo efímero, porque sentirán la belleza que nosotros disfrutamos cada día.
No dedicaría ni un minuto de nuestro tiempo en embellecer y ocultar nuestras imperfecciones, lo que nos hace únicos y especiales, para contentar al visitante. Dediquémonos a crear un pueblo en el que nos sintamos orgullosos de vivir en él, y vendrán seguro. A quien no le guste, que busque destinos recomendados por la inteligencia artificial y demuestre lo artificial de su inteligencia.